El
asbesto ocasiona enfermedad cuando es inhalado. La ingestión o el contacto con
la piel no son vías de ingreso demostradas como causa de enfermedad. Las fibras
de amianto son de tamaño microscópico, se desprenden con facilidad, no se
disuelven con agua o se evaporan e incluso se desplazan por el aire, ingresando
al pulmón con cada inspiración que se haga en un ambiente contaminado.
Las
fibras de asbesto pueden pasar al aire o al agua a causa de la degradación de
depósitos naturales o de productos de asbesto manufacturados. Las personas que
trabajan en industrias que fabrican o usan productos de asbesto o que trabajan
en la minería de asbesto, puede estar expuesta a altos niveles de asbesto. Las
personas que viven cerca de estas industrias también pueden estar expuestas a
altos niveles de asbesto en el aire. Las fibras de asbesto pueden liberarse al
aire al manipular materiales que contienen asbesto durante el uso del producto,
demoliciones, mantenimiento, reparación y renovación de edificios o viviendas.
En general, la exposición sucede cuando el material que contiene asbesto es
perturbado de manera tal que libera partículas o fibras al aire.
Las
partículas de asbesto no se evaporan al aire ni se disuelven en agua y pueden
permanecer suspendidas en el aire por largo tiempo y ser transportadas largas
distancias por el viento y el agua antes de depositarse. Las fibras y
partículas de mayor tamaño tienden a depositarse más rápido. El agua potable
puede también contener asbesto, por ejemplo procedente de tuberías de
fibrocemento que contienen asbesto.
Las
fibras de asbesto no pueden movilizarse a través del suelo. Generalmente no son
degradadas a otros compuestos y permanecerán virtualmente inalteradas por largo
tiempo.